jueves, 26 de diciembre de 2019

Siete noches -Jorge Luis Borges.



Siete noches Jorge Luis Borges.

Siete Noches es un libro editado en 1980 que reúne las conferencias ofrecidas por el escritor argentino Jorge Luis Borges en el Teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires en 1977. Cada una de las conferencias constituye un capítulo de este libro cuya revisión fue realizada en colaboración con Roy Bartholomew.

Para el salvaje o para el niño los sueños son un episodio de la vigilia, para los poetas y los místicos no es imposible que toda la vigilia sea un sueño. Esto lo dice, de modo seco y lacónico, Calderón: la vida es sueño. Y lo dice ya con una imagen, Shakespeare: «Estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños»; y espléndidamente, lo dice el poeta austríaco Walter von der Vogelweide, quien se pregunta (lo diré en mi mal alemán primero y luego en mi mejor español): Ist es mein Leben getraümt oder ist es wahr?, «¿He soñado mi vida, o fue un sueño?» No está seguro. Lo que nos lleva, desde luego, al solipsismo; a la sospecha de que sólo hay un soñador y ese soñador es cada uno de nosotros.

(Tomado de Siete Noches,Jorge Luis Borges en Obras Completas, Emecé, Buenos Aires, Tomo III, pág. 223.)


Observaciones 
Con respecto de la traducción que Borges hace de la frase de Shakespeare, Víctor Hurtado Oviedo en un artículo de La Nación titulado La madera de nuestros sueños opina que "Con originalidad, Jorge Luis Borges tradujo un verso de Shakespeare:
 “Estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños” (conferencia “La pesadilla”en el libro Siete noches). Los genios huyen de lo normal, y Borges solía hacerlo, pero volvía siempre a nosotros; es decir, a lo normal. 

Lo normal es traducir aquel verso y poner ‘de la misma materia ’. Así aconsejan los diccionarios bilingues, pero Borges eligió una desviación elegante pues la palabra ‘madera’ es sobrina lejana de ‘materia’. Del latín ‘materia’ derivó ‘madera’. Ambos términos son corderitos del habla que triscan en el mismo campo semántico.

Fuente: 
La madera de nuestros sueños 
por Víctor Hurtado Oviedo 14 agosto, 2011

Retrato de Walther von der Vogelweide 
Codex Manesse (Folio 124r)



Las conferencias sobre La Divina Comedia, La pesadilla y Las mil y una noches fueron dictadas el 1º, el 15 y el 22 de junio. El budismo, La poesía y La cábala fueron dictadas el 6, el 13 y el 26 de julio, y La ceguera el 3 de agosto. El tema de la sexta conferencia fue decidido las vísperas, pues Borges desistió a último momento de hablar de los gnósticos de Alejandría, como había sido anunciado. Las siete constituyen el ciclo de conferencias más extenso brindado por el autor de El Aleph. Cuando Borges dio las conferencias se hallaba en un período de mala salud y ánimo depresivo. De sus charlas se tomó registro en cintas magnetofónicas y, de ellas, se tomó material para publicar en siete suplementos especiales de un diario porteño otras tantas versiones, con cortes arbitrarios, errores de transcripción y exceso de erratas. Para 1979 Borges aceptó reunir todas las conferencias en un solo volumen a condición de someter a revisión lo ya publicado. Roy Batholomew tuvo a su cargo la tarea de conseguir los ejemplares publicados, salvar las erratas, corregir los errores de transcripción, confrontar las citas, eliminar las muletillas propias de una exposición oral y leerle, finalmente, el resultado a Borges. Una y otra vez, cinco, seis y siete veces debió leerle cada párrafo, cada oración, dos o tres veces cada conferencia, con el objeto de corresponder a la implacable responsabilidad de Borges para revisar y corregir sus escritos. Éste quitó muchas cosas, casi no agregó nada, transformó todo, respetando escrupulosamente la idea original. Los temas del libro son algunos de los que han apasionado a Borges durante toda su vida. Terminada la tarea y puesto el título de Siete noches, Borges dijo: "No está mal; me parece que sobre temas que tanto me han obsesionado, este libro es mi testamento".


La pesadilla (The Nightmare en inglés), también conocida como El íncubo, es un cuadro de Johann Heinrich Füssli, pintor suizo establecido en Gran Bretaña. El pintor hizo varias versiones sobre el tema, siendo la más famosa la de 1781, perteneciente al Institute of Arts de Detroit; otra, de 1790-91, se encuentra en el Goethes Elternhaus de Fráncfort del Meno.

Füssli, pintor de estilo manierista, a caballo entre el neoclasicismo y el romanticismo, hizo esta obra inspirándose en el Sueño de Hécuba de Giulio Romano —o bien en el Sueño de Rafael, de Marcantonio Raimondi—. En él vemos una mujer dormida poseída por un íncubo, demonio que se presenta en sueños de tipo erótico, apareciendo en segundo plano la cabeza de un caballo de aire fantasmal que contempla la escena. La fisonomía de la mujer pintada corresponde a Anna Landoldt, sobrina de su amigo Johann Caspar Lavater, por la que el pintor sentía una gran pasión. Cabe remarcar que en el reverso del cuadro figura una composición titulada Retrato de una mujer joven, posiblemente Anna.

Es una de las obras más emblemáticas de este pintor, reflejando los temas preferidos a lo largo de su obra: satanismo, horror, miedo, soledad, erotismo. Füssli recrea en esta obra un mundo nocturno y teatral, con fuertes contrastes lumínicos, que inspirará toda la imaginería satánica del siglo XIX. Su título en alemán, Nachtmahr, era el nombre del caballo de Mefistófeles.

La obra de Füssli presenta un aspecto contradictorio: mientras la superficie del cuadro, la técnica, nos hablan de mesura y contención, las tintas frías y dramáticas y el mundo de sus personajes nos sumergen en un mundo fascinante y horrible, fiel expresión de la poética, tan británica, de lo sublime. Su atmósfera de ensueño, su alusión al mundo de íncubos y demonios de la tradición inglesa, el aire de un erotismo de pesadilla, convierten esta obra en un antecedente del surrealismo –como en las visiones nocturnas de Paul Delvaux–.







John Henry Fuseli - The Nightmar



The Nightmare, o El íncubo, es un extraño cuadro de Johann Heinrich Füssli, o como le llamaron los ingleses, Henry Fuseli.

El pintor suizo se fue a probar suerte a Gran Bretaña y ya se estableció en el país, siendo admirado por su erudición en arte. Desde luego sus cuadros, que no escatiman en oscuridad y mal rollo no fueron muy apreciados popularmente en su día, pero a la larga resultó ser cierto lo que decía William Blake de él: “se ha adelantado cien años a la generación actual”.

En el lienzo vemos una mujer dormida poseída por un íncubo, demonio que aparece en los sueños eróticos. Al fondo un terrorífico caballo observa la escena onírica construida en un ambiente teatral (con esa cortina al más puro estilo David Lynch).

Ocultismo, terror, erotismo… 
Esto era lo que le interesaba a este visionario que recrea ese mundo de los sueños nocturno y teatral, que tanto influiría en la Inglaterra Victoriana, con sus corrientes ocultistas, y siglos después a los surrealistas, a los que les encantaban estas temáticas.

Con esta obra, que nos habla de lo sublime, Fuseli se adelantó también al romanticismo, movimiento artístico que barrería Europa en pocos años.


Segunda versión de La pesadilla  por Füssli, Goethes Elternhaus de Fráncfort del Meno, 1790-1791


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